Los oradores más experimentados saben que el humor es una de las herramientas más valiosas a su disposición. No es nada nuevo. Tanto Quintiliano como Cicerón, los antiguos maestros de la retórica, ya aconsejaban el empleo juicioso de bromas y chascarrillos en los discursos. Suponemos que tiraban del Philogelos, la más antigua colección de chistes del que tenemos noticia (¡y es que hay algunos realmente muy, muy viejos!)

En este post, vamos a repasar algunos de los motivos por los que todo comunicador debería tomarse el humor muy en serio

1. Rompe el hielo

Al inicio de cualquier conferencia, curso o reunión, existe una cierta tensión entre el comunicador y el público. ¿Quién será este tipo, o esta tipa? ¿Por qué tenemos que entregarle nuestra atención? ¿De qué va? ¿Quién se ha creído? Esta barrera conviene saltársela cuanto antes, y el humor es una gran forma de hacerlo.

La respetadísima primatóloga Jane Goodall, por ejemplo, acostumbra arrancar sus conferencias sobre la conservación de la naturaleza con una bienvenida muy especial: el típico aullido-saludo de los chimpancés. A partir de las risas (y escalofríos) que provoca, tiene a todo el público entregado…

2. Crea una conexión

Al mismo tiempo, la risa compartida acerca a las personas, como ya vimos en otro post. Reír juntos crea complicidad, porque presupone una visión compartida sobre la situación y sobre la vida. Nos sentimos identificados con quienes ríen, ya que parecen estar de acuerdo con nosotros en verle la gracia al asunto. Por lo tanto, un comunicador que emplea el humor de forma eficaz nos parece más cercano.

Un buen ejemplo de ello es Barack Obama, el ex-presidente norteamericano que se conquistó a medio mundo con sus discursos repletos de humor. En esta recopilación, entre otras bromas, afirma que sus orejas fueron la inspiración de Shrek.

3. Atrae y mantiene la atención

Como ya contamos en otra entrada, la risa proporciona un chute de dopamina, una droga natural que genera placer, y que forma parte de un sistema bioquímico de recompensas. Por lo tanto, cualquier actividad que incorpore una buena dosis de diversión se vuelve más motivadora.

En el caso de la comunicación, el humor se convierte en una gran herramienta para atraer y mantener la atención del público, que se engancha al discurso de un orador divertido a la espera de esas maravillosas inyecciones de dopamina. Es por eso que eventos tan potencialmente aburridos como la entrega de los Oscars –una ceremonia de premios que dura tres horas y media– suelen presentarlo cómicos profesionales como Jimmy Kimmel o Ellen DeGeneres.

4. Potencia la memoria

Otro hecho bien constatado experimentalmente es que el humor favorece la memoria de cualquier tipo de información (Ver por ejemplo este estudio sobre el recuerdo de textos y este otro sobre el recuerdo de viñetas gráficas)Recordamos mejor lo que nos hace reír, quizás porque al disfrutar de ello, lo elaboramos más en la mente.

Por lo tanto el humor puede considerarse una herramienta mnemónica. Eso sí, es importante que los elementos divertidos vayan asociados directamente al material que queremos comunicar, y concretamente a los puntos más importantes, porque de lo contrario el efecto puede ser contraproducente (recordaríamos los momentos divertidos del discurso, pero a costa de los mensajes principales).

Por lo tanto, las lecciones de matemáticas del Profesor Comegalletas seguramente las recordaremos mejor que las de cualquier profesor real:

5. El mensaje se vuelve más persuasivo

Son muy habituales las campañas de publicidad que emplean el humor, siguiendo la intuición de millones de vendedores de que un cliente que ríe es un cliente que compra. Algunos estudios han encontrado que más del 40% de los anuncios publicitarios contienen elementos humorísticos, y que el porcentaje aumenta al 70% en el caso de los ganadores de los premios CLIO (los Oscares del sector publicitario).

Existe incluso un festival específico de publicidad y humor, el Smile Festival. De hecho, aunque no nos solemos dedicar a la publicidad, en Humor Positivo recibimos varios premios en su segunda edición con nuestra campaña del superhéroe turístico Centralman.

En general, la investigación científica además justifica estos datos: la publicidad humorística resulta más persuasiva. A decir verdad, la situación en realidad es un poco más complicada. Lo que los estudios indican es que el humor activa la ruta de procesamiento periférica. Pero este tema lo dejaremos para un futuro post…

6. Suaviza el impacto de mensajes negativos

El humor comunicativo se vuelve especialmente valioso cuando el mensaje puede desencadenar emociones negativas. Las malas noticias, las críticas, las órdenes, las peticiones de un pago atrasado… son mensajes que nos cuestan dar y recibir. Pueden ofender o herir al que los recibe, y a veces también a quién los da. Por este motivo, es una buena idea comunicar estos mensajes con el añadido del humor, para contrarrestar la tensión que pudieran generar con la positividad y el efecto cohesivo de la risa. 

Por ejemplo, en una consultora enviaban unos recordatorios de pagos atrasados que incluían una serie de divertidas viñetas: A los 30 días, un perrito que pide. A los 60, el mismo perrito con aspecto deprimido. A los 90 días, un hombre aplastado por una montaña de facturas. A los 120 días, un fiambre con un puñal clavado en la espalda. 

7. El comunicador queda mejor

La cercanía social que produce el humor, cuando es eficaz, significa que el público se sentirá más atraído por el comunicador, y le valorará mejor. Por ejemplo, en los entornos educativos, los estudiantes suelen considerar un «buen sentido del humor» una de las características más valoradas en un buen docente, y prefieren también los materiales, los libros de texto y los exámenes con elementos divertidos. Los cursos en los que se emplea un sentido del humor positivo suelen recibir mejores evaluaciones en general. 

Hacemos notar, sin embargo, que este efecto se produce solo si el humor es eficaz y hace reír al público. Si, por el contrario, se percibe como poco divertido, o peor, ofensivo, podría tener el efecto contrario.

8. Permite superar problemas escénicos

Cuando estamos dando una presentación delante de muchas personas y surge algún problema o distracción molesta, es necesario reconocer el problema pero también mantener la calma. Para estas situaciones, un chiste preparado puede ser muy útil para superar el moment0. Algunos ejemplos:

  • Alguien entra tarde: «Para algunas personas es muy importante la puntualidad. Pero para nosotros, es más importante la bienvenida. Un aplauso para nuestros amigos recién llegados…»
  • Las luces se apagan: “Que alguien avise a Iberdrola que ya he pagado la factura”.
  • Defecto en el habla del ponente (si es extranjero o tiene alguna malformación): “Notarán que [tengo tal o cual defecto]. Al principio quizás les cueste un poco entenderme, pero al final de mi charla les resultará encantador”. 
  • Móvil que suena: “Por favor, dile a la Tía Pepa que ahora no me puedo poner…”
  • Aplausos en la otra sala: “Gracias, gracias, agradezco su apoyo”.

 

9. Se disfruta más

Sí, el humor ayuda a romper el hielo, crea una conexión con el público, atrae la atención, refuerza la memoria, y muchas cosas más. Pero aparte de todo esto, es mucho más divertido dar una conferencia si podemos reírnos y hacer reír a nuestro público. Tampoco hace falta ser un cómico profesional. Y ni siquiera contar chistes. Basta con añadir una foto divertida, una viñeta ingeniosa, o un video hilarante a tu Power Point.

Pero si quieres inspirarte, aquí tienes un ejemplo de como es posible hablar incluso de la muerte con grandes dosis de humor.