Como ya hemos comentado en otra entrada, el humor es un remedio anti-estrés de lo más eficaz. Y nos viene al pelo, porque con el final de las vacaciones veraniegas, volvemos a encontrarnos con los jefes, los clientes, las prisas y los sistemas informáticos que tanto nos suben la tensión.

Por eso, hemos decidido intervenir con un pequeño botiquín de emergencia, más allá de las típicas pelotas anti-estrés y los mini-jardines zen de sobremesa.

1. Papiroflexia

La pajarita de papel es todo un símbolo de la diversión en el trabajo. Pero no se trata de un mero entretenimiento, y mucho menos de una “perdida de tiempo”. La papiroflexia es arte, es ciencia y es incluso una disciplina Zen que sirve para entrenar la mente y templar el alma. No hay nada más relajante, ni más elegante, que reciclar las páginas de un aburrido informe para convertirlo en una bella pajarita. Y lo mejor es que puedes regalarlas a compañeros, jefes, clientes…

Por si no lo sabías, el filósofo Miguel de Unamuno iba dejando sus “papirolas” ahí por donde pasaba. Hoy en día, están más de moda los dinosaurios, sobre todo en momentos estresantes en los que apetece rugir, devorar y destrozar…

2. El peluche expiatorio

Cuando las cosas se ponen feas y las emociones bullen, hace falta echarle las culpas a alguien. Incluso vengarse. Pero dar rienda suelta a nuestra ira puede acarrearnos problemas laborales, personales y hasta legales. Por lo tanto, ¿por qué no desahogarse contra un inocente pero inanimado peluche? Estámpalo contra la pared. Arrójalo de un lado al otro de la oficina. Si se ha portado mal de verdad, mantéalo sin piedad, como al Quijote (y como hicimos nosotros con la temible Crisis Económica)

No te olvides de darle un buen nombre, para poder insultarlo a la vez que lo maltratas. Suena terrible, lo sabemos. Pero pruébalo, y verás como se apuntan todos tus compañeros. Basta que no lo disfrutes tanto como este sádico técnico del ACCC (una agencia australiana de protección del consumidor)

3. Premio al peor cliente

Si tus clientes te alteran la tensión arterial, quizás te inspire la iniciativa del director de una sucursal bancaria: El premio al “peor cliente de la semana”. Los viernes se reunían todos los y las cajeras para compartir las anécdotas más terroríficas sufridas con sus clientes, animadas por el premio al ‘mejor’ cuento: una botella de vino francés. No solo mejoró el clima entre el personal, sino que se prestó un mejor servicio a los clientes, ya que los cajeros comenzaron a esforzarse por recibir a los más “difíciles” para así ganar el concurso. Y sobre todo, pasaron de angustiarse a disfrutar con los pollos que les montaban.

4. Brigada Uy-Uy-Uy

La “brigada uyuyuy” es una escuadra de emergencia que se reúne rápidamente y entra en acción cada vez que alguien sufre una crisis, como la pérdida de un documento importante por causa de un ordenador se bloquea. Ante la crisis, se procederá de la siguiente manera:

  • La víctima lanza la alarma: “¡Brigada Uyuyuy!”
  • Inmediatamente la escuadra (previamente entrenada) se agrupa y rodea a la persona o situación.
  • Si el motivo de la alarma no es evidente, la víctima explica su crisis.
  • Al instante, la brigada entra en acción. Durante un minuto, repiten una serie de lamentos rítmicos repetitivos: algunos “uyuyuyuyuyuy…”, otros “ayayayay…”, “oyoyoyoy…”, “mamma mía…”, “caramba, caramba…”. Todo ello acompañado de expresiones faciales compungidas y de una coreografía precisa: movimiento pendular del cuerpo, manos en la cabeza, etc.
  • Al cabo del minuto, satisfecha por el alivio ofrecido a la víctima, la brigada se dispersa y sus componentes regresan a sus puestos de trabajo.

5. Reducir el presupuesto

Si te vuelven a pedir que reduzcas el presupuesto al 50%, no te angusties. Te acercas a la sala de fotocopias, seleccionas la opción “reducir al 50%”, le das al botón verde y ¡ya está! El presupuesto, reducido a la mitad en un instante. Si cuela cuela (¡tenemos constancia de que en algún caso ha colado!)– y si no, al menos te divertirás un rato. 

6. Hora loca

Se escoge un horario preciso. A ser posible la peor hora del día, cuando más cuesta arriba se ponen las cosas. Las 17:37 de la tarde puede ser una buena opción. Al llegar este momento, toda la gente de la oficina (o la que llegues a convencer) hace girar sus sillas durante 30 segundos, sin parar y de manera descontrolada. Tras este mini-descanso absurdo, vuelven a lo que estaban haciendo.

Para los amantes de las emociones fuertes, hay también la versión turbo…

7. Mueve el esqueleto

Todo el mundo sabe que el ejercicio físico es uno de los mejores remedios para el estrés. O sea que déjalo todo, sal pitando por la puerta y échate una carrera alrededor del bloque. O métete en el cúbiculo del baño con los cascos puestos, “We will rock you” de Queen a todo volumen, y desahógate con un microbaile alocado. 

8. Nariz de clown

No es solo un disfraz infantil. Al contrario: se trata de una herramienta multiusos fundamental. Puedes llevarla en el bolsillo, en la mochila, en el bolso, o mantener siempre una (o mejor aun, unas cuantas) en el primer cajón del despacho, para reuniones especialmente tensas. Nunca sabes cuando la vas a necesitar. Y en la guantera del coche es imprescindible. El tráfico nunca será igual. 

Si necesitas inspiración, aquí tienes a un clown-ejecutivo que llega a casa tras un intenso viaje de trabajo…

9. Guerra de globos

Esta sugerencia requiere más organización, pero el resultado vale la pena, y además sirve para desestresar a todo el personal de golpe. Se inflan globos de distintos colores y se crean grupos: rojo, verde, amarillo, blanco… Entonces alguien va llamando a la «batalla» a distintas combinaciones: «¡Rojo contra verde!», «¡Blanco contra amarillo!”. Cuando toca luchar, los participantes de un grupo se lanzan a por sus contrincantes, a saco. Se termina con un «¡todos contra todos!” Y para mayor desahogo aun, al final se revientan todos los globos en una traca final atronadora. 

10. Campeonato de canto a la tirolesa

Para casos extremos de estrés laboral, puedes probar con el tradicional Jodeln. Es prácticamente imposible no animarse con estos imprevisibles gorgoreos alpinos.

Eso sí, no lo recomendamos a no ser que tu jefe siga de vacaciones o sea forofo de estas tradiciones tirolesas.


Adaptado de nuestro libro Alta diversión: los beneficios del humor en el trabajo.

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