Lo sé. Se te da fatal. No hay nada que odies más que esa típica situación. Después de los postres, en una reunión familiar, o en una terraza con tu pandilla, o peor aun, en una cena de trabajo.  Sin previo aviso, la pesadilla arranca: alguien cuenta un chiste. Medio de mal gusto, además. Luego,…

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